Aniversario XII

El otro día mientras celebraba el  aniversario de casado con mi esposa, decidimos salir a almorzar con uno de nuestros hijos, el pequeño Adiac de 7 años. Magda la mayor estaba de visita con su escuela en un parque/reserva natural y regresaría por la tarde, entonces lamentablemente no podría acompañarnos.

Luego de conversar sobre el mejor lugar para almorzar y celebrar nuestro aniversario, decidimos que lo mejor era que nuestro pequeño invitado propusiera. Nuestro hijo (que como dije tiene 7 años) optó por invitarnos a almorzar pizza en un establecimiento con juegos para niños (como era de esperarse).

Ya en el restaurante, que en viernes es frecuentado por muchos clientes, mientras ordenábamos la pizza y las bebidas, le recordé a Adiac que debíamos lavarnos las manos antes de comer, sobre todo después de jugar en los juegos al aire libre. Fuimos juntos al baño, mientras mi esposa se quedaba esperándonos en nuestra mesa. Camino al baño jugamos a las carreras a ver quién llegaba primero, luego quién terminaba de asearse antes, y desde luego haciéndolo bien al mismo  tiempo. Ya se imaginarán que las energías de Adiac le permitieron salir antes que su papá del baño.

Aún me lavaba las manos, cuando escuché los pasos de alguien que se aproximaba por el pasillo camino a los baños, inmediatamente reconocí esos pasos y me di cuenta que cumplía doce años de convivencia matrimonial con el ser mas especial que Dios había reservado para mí. Cuando salí del baño y caminé a nuestra mesa confirmé que se trataba de mi esposa que hacía tan solo unos minutos se había dirigido al baño de damas para también lavarse las manos antes de la comida.

Que regalo más especial el poder recibir la certidumbre de reconocer a quien se ama sin verle, ni hablarle, solo con un par de pasos.

Mejor regalo de aniversario no he recibido. Tampoco he probado pizza tan especial en tantos años. También recibí una reunión familiar con mis dos hijos esa misma noche, nos escuchamos y hablamos en familia, hacía tanto tiempo que no conversábamos de esa manera.

Doy gracias a Dios por tan lindos detalles. El secreto está en abrir nuestro corazón a su Espíritu comprender que los verdaderos tesoros son nuestra familia, su compañía, la armonía con la que convivimos en nuestra célula principal, encontrar en los pequeños detalles Su Presencia para hacer de aquello que es simple y cotidiano algo especial y duradero edificado sobre El.


Foto:Raul

Texto: Discípulo 12.1, publicado en Valores Junio-2003.


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